Si algo distingue a México en el mundo es nuestro ingenio… y ese mismo ingenio lo hemos sacado en esta pandemia.
Porque el ingenio mexicano es la emprendedora que te lleva los tacos desarmados para que los calientes en tu casa; es el profesor que tiene mala conexión a internet e imparte clase desde un cibercafé; es la empresaria que puso su negocio de proveeduría de sanitización y cubrebocas; es el padre de familia que está aportando con su ejemplo de calidez, acompañamiento y empatía hacia su familia.
Ese es el México que quiero que celebremos.
En el sector empresarial me he dado cuenta de que, cada vez más, las organizaciones colaboramos juntas: somos hermanas y hermanos empresarios tratando de sacar adelante al país, de no perder ningún empleo, de hacer más con menos, de aprender a innovar. Y lo que me parece más bonito de celebrar la Independencia de México en esta pandemia es que nos ha dejado la enseñanza de que podemos generar juntos, colaborar juntos y decir “sí se puede” juntos.
Esa es mi mirada desde de mi compromiso con la clientela de apithy, con quien hemos estado al pendiente y nos hemos hecho cada vez más eficientes para que la barrera física no reste, manteniendo la calidez y empatía que nos ha caracterizado desde siempre.
Y para eso debemos dar gracias a las y los colaboradores que están con nosotros y nos han dado el voto de confianza para poner su internet, su talento, su casa y nos abren la puerta de sus hogares cada que aceptan una llamada de Zoom y nos muestran su taza de café, la foto de sus viajes, las actividades de sus hijas e hijos y cuáles son sus motivadores.
Por ello también quiero hacer un reconocimiento a las familias que, a lo mejor, no la están pasando tan bien ahorita, que están encerradas en condiciones no tan ideales, pero lo han hecho por cuidarse y por responsabilidad moral para no darle cabida a este bicho.
Aun en el encierro, esas familias están celebrando su Independencia como personas que ya no dependen de las cosas, que se esfuerzan en decir “yo formo mi rutina, yo construyo mi entorno, yo supero las barreras”.
La verdad es, como ellas, yo me siento liberada de algunas cadenas:
De andar corriendo en el tráfico, de pensar “yo tengo un cliente y tengo verlo porque, si no, no puedo venderle”, de pedir a otras personas su ayuda para hacer un pastel (porque nunca lo había hecho hasta esta pandemia) o para hacer un disfraz (porque tampoco lo había hecho hasta esta pandemia) y, desde mi confinamiento, me he vuelto libre de mi tiempo y nada me detiene.
Esa generación de nuevas competencias para hacernos independientes es lo que está en tendencia… y lo veo en mis niñas de 5 y 6 años que ahora se conectan a Zoom, se desconectan y entregan las tareas solitas… porque mamá y papa tienen que trabajar.
Un día les pregunté que cómo se sentían y me dijeron que estaban contentas.
Si, contentas, porque cada vez hacían más cosas del día por su cuenta y porque ellas aprenden con el ejemplo de lo que hacemos mi marido y yo, a través de su entorno y por medio de la colaboración puntual de las personas que están aportando con su semilla para no solo “pasar la pandemia”, sino aprender de la pandemia.
Ese es el orgullo de México ¡Porque aquí nadie truena, aquí nadie se rinde y saldremos de esta juntos!
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